Es increíble como el ingenio popular, o quizá denominarlo como 'el folkclore urbano', ha podido inventar un número inmenso de vocablos que hacen referencia a los homosexuales. Sólo por mencionar algunos tenemos las aceptadas desde hace muchísimo tiempo por la Real Academia de Lengua Española como maricón, marica; y las jergas de marca registrada "Meidin Perú" como maroco, maroca, maraca, rosquete, rosquilla, cabro, cabrilla, cabrillón, chivo, chivato, brócoli, coliflor, carbajal, brinchi, brichi, chimbombo, ñoco, crema volteada, mariposa, chisiricósoro, casarabrósoro, puto, les, lesbi, marimacha, machona, loca, gay, traca; incluso se hace alusiones algunas frases tales "se te hace agua la canoa", "se te quema el arroz", "se te hunde el Titanic"; y la palabra 'buses' también es utilizada. De hecho que existen miles de miles de palabras más, pero se habrán dado cuenta que no se salvan ni los animales, ni los vegetales, ni los insectos, ni los postres, ni las comidas, ni los apellidos, ni nada. Cómo se respira la mariconada en nuestra sociedad, ¡Ja! Y eso que aún es una sociedad machista-homofóbica... o es que ya se salieron del closet o andan escondidos por allí reprimidos y ahora alegan que ya no son machos pero son muchas... ¡Uyuyuyy! Bueno eso se lo dejaremos a los sociólogos, antropólogos, estadistas y a cuanto disque 'analista ambientalista' esté interesado de ver en qué plano dimensional se ubica su afinidad sexual ahora; porque en lo que en mí concierne sólo les relataré algunas anécdotas engorrosas sucitadas con estos sujetos.
Primero quiero hacer una breve aclaración. A estás alturas de mi vida he llegado a comprender que estás personas merecen el mayor respeto y aceptación en esta sociedad, pues así como todos los seres humanos somos aceptados con nuestros DEFECTOS, pues ellos también merecen la misma consideración. Sinceramente yo no tengo nada en contra de ellos, ni con su forma de vida que ellos optaron - aunque valgan verdades muchos no la optaron libre y voluntariamente, sino como consecuencia de esta sociedad tan enferma, marginante y decadente-. Ahora, reconozco que en mi infancia y gran parte de mi adolescencia yo fui homofóbico. Recuerdo mucho de niño cuando estaba con los amigos del barrio, como era que marginábamos y discriminábamos a estas personas, siendo éstas víctimas de nuestras crueles burlas cada vez que las veíamos caminar en la calle. También recuerdo ese terrible sufrimiento que me tocaba vivir cada vez que mi mamá me obligaba ir a cortar el cabello donde peluqueros afeminados, eso para mí sí que fue el peor de los castigos, pues ahora se me viene a la mente la imagen como era yo sentado en la peluquería con una cara de culo terrible, derrochando ira por todos los poros. Pero eso quedó en el pasado.
Para empezar a contarles la primera, voy hacer una serie de distinciones de cómo se manifiesta un gay ahora en la actualidad, ¡ojo! es desde una perspectiva muy personal. En primer lugar tenemos a los drag queen, hombres que se visten como mujer con fines artísticos que no necesariamente son homosexuales; después a los travestís que son hombres que se visten como mujer, que a diferencia de los primeros , estos se amputan el pene, se implantan senos, agudizan la voz, usan uñas largas, y que se ven como una perfecta mujer desde cualquier ángulo que se le mire, viven como mujer, sufren como mujer, pero no menstruan y tampoco conciben hijos. Mucho cuidado con éstos, si es que no les gustan que les den chivo por gata, perdón quise decir gato por liebre, y puedan llevarse la peor decepción de sus vidas. Después tenemos al clásico maricón que siempre ha existido en la sociedad, que normalmente se les ve trabajando de peluqueros, modistas, diseñadores, decoradores, coreógrafos, bailarines, instructores de aeróbicos, etc -y que conste que no tengo nada en contra de estas profesiones y que no todas estas profesiones sean ocupadas siempre por maricones-; estas personas siempre manifiestan muchas actitudes y poses muy propias del sexo femenino, pero con fisionomía y ropa de hombres, y quizá con una que otra actitud macha. Y por último tenemos al homosexual que se viste de hombre, que habla como hombre, que actúa como hombre, pero se enamora de los hombres. A estos hay que tenerles más cuidado, porque uno nunca sabe cuando se va a topar con uno de estos. Como a mí me sucedió una vez. Les cuento, una vez estaba yo ingresando a un cibercafé y me encuentro con un compañero de mi facultad con quien departí una breve charla. Al lado de él había otro muchacho, que cuando me vio dirigirme hacia la computadora que me habían asignado, me pidió mi dirección de messenger, y yo que pensé que era amigo de mi compañero se la di. De pronto este supuesto amigo de mi amigo ya me había agregado a sus contactos y ya estábamos charlando. Me preguntó mi nombre, edad, estado civil, profesión; y yo noté mucha extrañeza en esta situación y sospechaba de él, y que tampoco era amigo de mi amigo. Mi compañero de la facultad se retiró, de pronto, del cibercafé y llegué a la conclusión que el otro 'causa' no guardaba en absoluto ninguna relación amical con mi amigo, y entonces el cuadro se estaba poniendo muy bochornoso. Mientras transcurría la conversación, con el falso amigo de mi amigo, éste me persuadía para invitarme a tomar unas 'cervecitas' y yo le decía que no podía porque tenía muchos trabajos que me habían dejado en la universidad (falso). La conversación continuaba pero yo casi ni le hacía caso. De pronto me preguntó si yo conocía un lugar bueno par ir a tomar, que de preferencia sea de "ambiente". Créanme que en ese momento yo ya lo quería mandar a la remismísima mierda después que le dije que desconocía donde se ubicaban esos bares, y al instante se despidió de mi lamentando que no lo pude acompañar a tomar algún bar de ambiente, y deseaba que en otra ocasión lo pueda acompañar. Y como si fuera poco sus última palabras que me escribió en el messenger fueron: -"Chau bombom". ¡Noooo! ¡Qué asco! El tipo éste seguidamente se retiró del local y yo me quede frío en un desconcierto total sin dar razón de lo que había sucedido, y cuando reaccioné supongo haberme sonrojado, y que tuve que haber soportado terrible chucaque, y lo eliminé al susodicho de mi cuenta de messenger en ¡zas!, y rogué a Dios que me proteja de este tipo de situaciones. Felizmente no me he vuelto ha cruzar a ese sujeto.
La otra historia sucedió en diciembre pasado. Fue cuando viajé a Pacaipampa con los muchachos de los Clubes de Rotaract de Piura y Castilla para realizar nuestra Chocolatada Navideña. Dentro del trayecto se hizo una parada en Morropón para aprovechar en merendar, pues ya habíamos partido de Piura ya de noche. Una vez ubicados en la Plaza de Armas de Morropón me dirigí hacia una carretilla que estaba afuera de una casa donde vendían sandwich de pollo, que para mi gusto era sandwich de huesos con algo de carne de pollo. El puesto era atendido por una señora de edad y la ayudaba un muchacho joven que a leguas se le notaba que "el arroz se le había carbonizado" el siglo pasado. Cuando me acerqué la señora me atendió y le consumí su deleitoso bocado, que me dejó con mucha sed. En ese mismo lugar también ofrecían refrescos, así que pedí una cebada que me costó cincuenta céntimos; pero esta vez fue el chisiricósoro quien me atendió con mucha amabilidad, y yo con mucha educación le pagué la cebada por adelanto. Al rato regresó con el vaso con cebada me la entregó y me devolvió los cincuenta centavos que le había cancelado, y con una mirada muy seductora se dirigió hacia mí diciéndome: - La casa invita. Yo en ese momento atendí la cortesía con amabilidad, pero por dentro disimulé el embrollo que me había sucedido. Me tomé la bebida rápidamente y me desaparecí del lugar guardando la mayor discreción y disimulo posible, pues el tipo este me insinuó con otras intenciones hacia mi persona; también me di cuenta que algunos amigos míos se ganaron con el pase y se burlaron de mí con mucha discreción, felizmente. El resto del viaje fui objeto de burla como suele suceder en estas ocasiones a cualquier persona, pues yo me hubiese burlado mucho si ésto le hubiese sucedido a otra persona. Pero esta vez me tocó a mí ser víctima de la joda.
A veces cuando recuerdo estas anécdotas termino ejercitando un estimulo para elevar el autoestima muy bueno. Pues me digo a mí mismo que sé que soy muy guapo, y que llego a gustar a muchas mujeres, pero llegar al extremo de gustar a los hombres... prefiero ser feo, pero con la autoestima normal, o sea en buen cristiano, superado y sin complejos. ¡Ja, ja, ja, ja! Este conch... como se ve que nadie me revienta cohetes, ¡Ja, ja, ja, ja! Bueno creo que en la historia narrada existen dos personajes dispuestos reventarme muchos cohetes y vaya a saber que otras cosas más.
Decía un actor cómico peruano cuando interpretaba a un mujeriego dueño de un bar: -¡Cómo me gustan las mujeres! Lamentablemente no soy mujeriego, pero comparto su opinión, a mi también me gustan las mujeres. Y si lo dudas, entonces pregúntale a tu hermana.