viernes, 7 de agosto de 2009

Su majestad el gol.

El fútbol es para mí una extraña enfermedad que se me instaló asumo desde que nací, o cuando tuve uso de razón, o cuando pasaban los partidos por la televisión, la verdad que ni me acuerdo. Lo curioso es que ya estando en la base tres muy pocas veces lo jugué en mi vida, y ahora no lo juego, porque no sé la razón que cuando voy a jugar me escogen último, supongo que lo hacen porque escogen según el orden alfabético… pero del alfabeto arameo. Pero lo que no fui bueno con los pies, lo soy bueno en el Play Station.

A pesar de eso, no hay fin de semana que no vea al menos un partido, siempre pendiente de los resultados de los diversos torneos, comentar los blogs pertinentes, los programas, los diarios, las noticias, las historias, las tertulias con mi papá, los compañeros de estudio, de trabajo, con todo aquel que esté infectado del bendito virus futbolibiris fanaticus. Pero dentro de todo siempre hay que agradecer a Dios por que hizo que el hombre inventara tan hermoso deporte, y que bendiga siempre a quien lo inventó. Asumo que tremendo de genio debe estar a la diestra de nuestro Señor. Deberíamos exigir que lo beatifiquen, canonicen y santifiquen.

A continuación daré a conocer cómo el fútbol influye en mi vida, cómo es que me vuelve loco cada vez que veo mi partido y algunas experiencias cuando he ido al estadio a presenciar un partido de fútbol. Pero antes haré una breve mención de cómo este enigmático deporte altera mis estados emocionales. Sí señor. Desde el llanto despavorido, hasta la euforia taquicárdica; de la iracunda rabia, hasta hablar solo frente a una pantalla de TV como un DT dando indicaciones. De repente otros aspectos, como el entablar diálogo con perfectos desconocidos dentro de un estadio al momento de un partido; saltar abrazados celebrando un gol con otro perfecto desconocido como sucedió en el estadio de Sullana que una chica horrible que le apestaba las axilas se me pegó; ser el pushing ball de mi mamá cuando me extralimito viendo un partido, y vaya que tiene buena pegada mi madre; pintarme la cara, cantar y saltar en la barra brava; salir en la televisión todo eufórico en primera plana; ser el primero de la fila para ingresar al estadio cuando fue la Copa America acá; cuando casi me someten a un examen de alcoholemia por llegar con resaca al estadio y mucho más. A lo mejor este comportamiento responde a una herencia genética de mi padre, al menos en la euforia de gritar un gol. Pues uno de los recuerdos más recónditos y añejos data desde la clasificación de Perú a España 82, así es chibolos, yo si vi a Perú clasificar un mundial y lo vi jugar en el mundial, y ustedes aún no, ¡Jojolete! Recuerdo ver gritar a mi padre el gol de Uribe y el de La Rosa en el místico Centenario de Montevideo, saltando de euforia en el sofá, y alterándome los nervios a mí. Claro era un ñaño de 4 o 5 años en aquel entonces, y el solo hecho de ver demasiada explosión eufórica asusta a cualquier bebé. Al final del partido salir en el carro con mi papi, mami y mi hermana Regina a festejar esos triunfos en la caravana, era una gran conmoción social festejar esos triunfos, tanto así que ahorita se me eriza la piel y se me inundan los ojos de recordarlo. Después de eso, recuerdo el grito de gol de mi papá cuando ‘panadero’ Díaz hace el gol de empate ante la Italia campeona del 82, y si bien no vi el gol en vivo y en directo recuerdo muy bien la repetición, con esa tímida “R” de Replay que aparecía en el rincón superior de la pantalla –eso eran los grandes avances tecnológicos de la industria televisiva de aquel entonces.- Una vez regresaba a casa del colegio, y sintonizando la tele veía el partido que Italia elimina a Brasil, y de pronto ese sentimiento sudamericano de hinchar por Brasil, me hizo entrar en llanto al ver que Brasil perdía el partido, y que me encolerice gritando frente al televisor reclamando por qué no jugaba Pelé. Ese episodio melodramático de tragedia griega, debió ser las primeras manifestaciones de mi enfermedad por el fútbol. Desde allí la selección de Italia me caía mal, hasta que campeonó el mundial y terminé haciendo hincha de la ‘Azurri’ por dos razones, porque me parecía increíble ver que un jugador de ese equipo también se llamase Giancarlo, bueno a esa edad no tenia ni la más remota idea de que mi nombre y mi apellido eran italianos, y la otra razón porque la final se jugó el día de mi cumpleaños. De esa final lo único que recuerdo ver un equipo de camiseta azul dando la vuelta olímpica, porque el partido ni lo asunte porque estaba más desesperado por abrir los regalos y jugar con mi juego de fútbol que me habían regalado. Sí era un juego de fútbol, cuyo nombre no lo recuerdo, que tenía una alfombra verde plástica que era la cancha, dos arcos, dos pelotas que tenían una mitad pintada de blanco y la otra de rojo, los jugadores que les machucabas la cabeza y pateaban la pelotita, dos equipos Perú y España; era una revelación ese juego en esa época. A pesar de que no soy un jugador pelotero de barrio, muchos cumpleaños la pase peloteando con mis amiguitos estrenando mi pelota nueva. Si me hubiesen regalado una pelota cuadrada fácil hubiese sido un Maradona, Pelé o qué sé yo.

El verdadero disfrute del fútbol se vive en esos magníficos templos llamados estadios. Aunque, la primera vez que fui a un estadio fue una experiencia muy decepcionante. Fui con mi tío ‘Nacho’ y mis primos a ver un partido de la liga de Piura, dos equipos que no recuerdo sus nombres, y me di cuenta lo radicalmente distinto que es ver un partido de fútbol en la tele que en el estadio. Me pasé buscando por donde iba a salir el marcador y el tiempo del partido tal como se ve en la tele, no escuché a ningún narrador ni mucho menos un comentarista, esperé en vano los anuncios publicitarios que se ven en la pantalla, y como esa vez el estadio estuvo vacío tampoco se escuchaba la euforia de los espectadores. Y como si fuese poco ese partido quedó empatado a cero. Por obra gracia del Señor, no fue mi última vez. Mi papá me llevaba a ver los partidos del Atlético Grau de Piura, que espero algún día ascienda, y esos partidos si que convocaba las grandes muchedumbres, y la pasión se vive en cada latido del corazón, en cada gota de sangre que circulan por las venas.

Pero mi verdadera pasión no la enciende el Atlético Grau, la enciende mi Alianza Lima. Aunque en una corta etapa de mi vida, y cuando tenia entre 9 y 10 años, yo simpatizaba por la U, pero en Alianza veía un juego más alegre, más pícaro, más vistoso, una identidad futbolística, un folklore, una misticidad o acto de magia que me hizo abrir los ojos y ver que mi corazón tiñe de azul y blanco; y fue un romance que se aferró mucho más cuando sufrimos la desaparición de todo un equipo que ya tenía la mesa servida para campeonar en 1987, aquella tragedia me dolió en el alma, y comprendí que ser aliancista, va más allá que una simple simpatía por un equipo, es un sentir, un sufrir, un morir y volver a vivir; un renacer y volver a creer; es algo que ningún hincha de cualquier otro equipucho jamás lo tendrán, ni mucho menos lo comprenderán (entendieron gayinas). Alianza es el sentir y sufrir de un pueblo, de la gente que lucha y de los que nunca pierden la fe. Alianza simplemente es la fiesta del pueblo. Y cuando voy al estadio a ver mi Alianza, vivo por dentro una fiesta aparte. Siempre me gusta llegar temprano y ver como la fiesta de poco en poco se va armando, el aliento de la barra, el equipo haciendo el trabajo precompetitivo, la euforia de ver al equipo salir a la cancha, el pitazo inicial, y el gritar el gol. En el estadio cuando he gritado un gol, siento que lo grito tan fuerte, que me deja una sensación temblorosa en mi cuerpo, acompañado de una alteración de la presión sanguínea, varias veces sentí que mi vista se nublaba levemente.

Una vez unos amigos de la universidad se juntaron para formar un equipo de fútbol, para un campeonato libre dentro de la misma universidad, y que coincidencia que al final, cuando ya se había completado la lista de jugadores participantes, me llamaron. Pero para ser el delgado, diga el delegado del equipo que era el único y último cupo que faltaba por llenar en la ficha de inscripción. Y a la vez terminé fungiendo de director técnico del equipo, del Sporting Chamaco. Claro que no hacíamos rutina de entrenamientos, pero mi labor era estar presente en las reuniones de coordinación de fixture, programación de partidos. Y a la hora del partido me encargaba de entregar la lista de titulares y suplentes al veedor, y me colocaba a la altura del centro de la cancha a fumarme una cajetilla de cigarros durante los 90 minutos del partido y dar “indicaciones”, que en realidad era gritar ‘suban’, ‘bajen’, ‘corran’; obviamente que adornado de una exquisita armonía de lisuras y mentadas de madre. El equipo iba bien en la fase de grupos hasta que llegamos al partido que nos definía la clasificación a cuartos de final, todos llegamos borrachos al partido y obviamente nos sacaron la entre put…

Así es el fútbol, tan maravilloso como la vida misma, llena de emociones, frustraciones, triunfos y fracasos; un fenómeno de trascendencia social, dicen que la FIFA tiene más presencias en países que la misma ONU, por algo no se le denomina como el deporte rey. Si ya se llenan estadios en Estados Unidos, uno de los pocos países del primer mundo que se mantuvo reacio a este deporte por años, ¿Qué hubiese pasado si la Unión Soviética hubiese ganado alguna vez un mundial, los estadounidenses no hubiesen invertido en hacer del fútbol (mal llamado soccer por ellos) el deporte rey en el país del tío Sam? Para adivinos. En fin las emociones que éste invita, son tan ricas, que hace que cada día esté pendiente de cualquier partido de futbol, así sea la pichanga de barrio, la definición del campeonato de la liga del cerro Jililí, la liga nacional, el futbol argentino y toda su contagiante parafernalia, las grandes ligas mundiales y el mundial. Vivir, soñar, respirar, comer, cagar fútbol no sé si es mi pasión, mi locura o mi enfermedad; pero si es mi enfermedad espero que ningún mortal se atreva a curarme. Y como si fuera poco para el próximo mundial ya se anunció que la final se juega el 11 de julio, el día de mi cumpleaños.

lunes, 25 de mayo de 2009

El Secreto de la Cartera

No debería mencionarlo, pero la razón de este post nace a partir de tener un ‘affair’ con una amiga, y reflexionar, si algún común de los vivientes pudiera imaginar ver a esta señorita saliendo de su casa, vestida como cualquier chica que siempre lleva a todos lados su bolso o cartera, va a un encuentro apasionado, y que dentro de su cartera, lleva lencería muy erótica, sogas, etc. Todo lo que se puede para complacer a su pareja. En este caso a mí.

Pero el tema de este post no serán mis ‘aventurillas”, ¡no! morbosos mal pensados, así que póngale hielo con disimulo a sus neurohormonas. Quiero dedicar esta publicación a lo que hay adentro de una cartera o a lo que una mujer lleva dentro de su bolso. ¿No será lo mismo?

El ver que de un diminuto accesorio femenino se puede llevar todo un mundo de cosas me inspiró a escribir esto que estoy escribiendo; la cartera es quizá el emblema o distintivo que hace que una mujer sea una mujer, o parezca. Desde que tengo uso de razón, siempre tuve bien en claro esta analogía: La cartera distingue a la mujer, como el pene al hombre. Aunque nunca vi en mi infancia niñas que usen carteras comprendiendo la utilidad de su uso, tampoco fui un niño que comprendió la potencial utilidad de mi pene. Menciono esto solo para darle un touch de inocencia y ternura a este post. Por lo tanto es válido concluir que tanto el pene como la cartera son cosas para señoras y señores, es decir, las señoras usan cartera y los señores usan el pene. Valga la aclaración.

¡Ay, las carteras! A veces pienso que también es la insignia de la frivolidad, pero si enfoco este post desde esta perspectiva, lo más probable que hasta mi madre no me reconozca, a pesar de que ella me parió, y también me quede sin amigas. Pero lo menciono por esa extraña obsesión femenina por coleccionar tantas carteras. Tiene una para uso diario, otra para showers, otra para matrimonios, otra para la discoteca, otra para reunión ejecutiva de negocios, otra para ir de escondidas con la pareja ya saben a qué; y así una lista infinita de carteras, usos y eventos- ya que les deje desde el principio con las ganas, hagan la tarea de liar con su morbosidad y piensen en todas las carteras, usos y ocasiones que su cerebro les soporte-. Entonces razones para pensar que la cartera es un símbolo de la frivolidad sobran. Pero no haré crítica de ello.

¿Qué es lo que llevan las mujeres en sus bolsos? Personalmente esta pregunta en mí pasa totalmente desapercibido, porque valgan verdades no me interesa. Sin embargo desde mi peculiar experiencia mencionada al principio, me despertó esa patológica idea de hacer este post e imaginar, dilucidar, descubrir, despejar tamaña incógnita, que quizá los hombres nunca lleguemos saber, y que solo las mujeres lo saben al revés y al derecho. Resultado parcial Mujeres 1 Hombres 0. Mujeres siéntanse orgullosas. Debería haber un matemático que sea capaz de formular una ecuación que nos de el resultado exacto.

Como la imaginación es grata voy a tratar de clasificar el tipo de cartera y uso según la edad. Entonces empecemos por las niñas adolescentes, cuyas edades oscilan entre los 14 y 16 años. A esta edad el tipo de cartera usar, es aquella que utilizan todas las divas del pop que salen en Mtv, porque son las que están en la onda, por lo pronto se me ocurre nombrar a estas carteras como la cartera Britney Spears versión One more time. La típica chiquilla adolescente, irreverente, enamoradiza y soñadora; que se siente al fin toda una señorita por usar cartera, la cual la utiliza para por fin llevar sus toallas higiénicas ultra teenager. Además sus lentes para el sol, celular, crema para el acné y un set de maquillaje. Claro alguien pensará que hay que incluir los condones y anticonceptivos también, puede ser. A las finales a esa edad encontrar una virgen es tan difícil como que Jack McGee encuentre al Dr. David Bruce Banner y al increíble Hulk. Pero a pesar de ello dejaré este detalle para las que tienen mayor recorrido.

El siguiente rubro las conformas las mozas de 18 a 25 años. Ellas dejan atrás el modelo de cartera Britney Spears versión One more time, por una que las haga sentir y ver más maduras. Acá ya entran las carteras de la talla Fendi, Gucci, Prada, Coach, Louis Vuitton, Dolce & Gabbana, etc. Pueden que estas sean mas espaciosas que las anteriores, pues si ya son ejecutivas llevaran más de un celular; si son de vida sexual activa habrá más de un discreto condón y pastillas anticonceptivas; en vez de toallas higiénicas llevarán tampones. Casi lo mismo al grupo interior, pero un poco más sofisticado, detallado, discreto y minucioso.

A partir de los 26 hasta los 35 años, ¡ay, mama! ¡Agárrenme confesado! Estas chicas si que son de temer. Usan las mismas carteras que las anteriores, pero se compran las más caras, con mayor frecuencia, y tienen muchas más. Aquí la gran mayoría son mujeres, profesionales, emprendedoras, líderes, libres. Todo lo magnifican en comparación con las chicas de 18 a 25 años. Si la de de 25 lleva un discreto condón, esta lleva toda una selección de preservativos, con espuelas, sabores, olores, colores, todo. Ellas sabes lo que quieren (¡Qué viva la promiscuidad!). La más insaciables llevan toda la colección de juguetes que promociona la mamacita de la Alessandra Rampolla – que dicho sea de paso, si fuese la maestra principal de la escuela de cópula
[1], les prometo que yo seré el alumno más estudioso-. Los baby dolls, los hilos dentales, los látigos, las esposas, los antifaces y hasta el alambre de púas, que no lo usan como cinturón de castidad, son parte de su arsenal sexual pues ellas saben que tienen que estar preparadas para cualquier ocasión. Pero no todo es sexo en ellas, también llevan cigarros, encendedores; muestras de gratis de Paco Raban, Versace, Armani, Chanel; su blackberry, la laptop de bolsillo, un libro de autoayuda. Me imagino una agente de la CIA de 35 años, diez puntos; llevando hasta una bomba atómica. En fin ya me canse de exagerar.

Vamos a ver a las cuarentonas, de ellas les vamos alucinar, como madres prosperas, lo cual en sí, implica un importante rubro en su presupuesto: Olla, educación y vestimenta de sus hijos. Esto hace que muchas ya no ostenten carteras caras de marca, ahora se conforman con imitaciones. Pues en vez de comprase una Dolce & Gabbana, se compran una Dolce & Gamarra, en vez de una Versace, se compran una Pasache y cosas por el estilo. A ellas les voy a reventar todos los cohetes que se merecen, porque sus carteras son el símbolo de la organización y del orden de sus hogares, es como comparar con la oficina del alto mando de una importantísima, competitiva y eficaz empresa multinacional. Una agenda muy detallada de todos los gastos de la casa, las compras de la semana, las atenciones de cada hijo, y casi al final de la agenda, cuando el día ya no da para 24 horas, se dan un tiempo para la peluquería, la manicure y la pedicure. Me pregunto por qué no incluyen al esposo en esa cargada agenda. Ellas saben organizar el tiempo.

Y finalmente la promoción climateria. Ellas llevan en su cartera todo lo que a veces no cabe dentro de una ambulancia ¡ja, ja, ja, ja, ja! Una pequeña broma de mal gusto. Aunque no lo crean hay unas que otras que llevan su cartera como una niña de 35. No pues mal pensados, llevan su laptop de bolsillo, una novela de algún best seller, el set de maquillaje, su blackberry. A esta edad ellas son las dueñas de su propia empresa, de la sabiduría, son los verdaderos ejemplos a seguir. Y lo digo, porque bromas a parte, lo veo en el fiel de reflejo de mi madre, ella le ganó a la vida y es una gran líder; maneja laptop, blackberry, conduce a 120 Km. por las carreteras, y me maneja a mí a su antojo, sobretodo cuando su angelito se porta muy mal.

Así es señores, el mundo de las carteras un mundo totalmente ajeno, paralelo y bizarro al que se vería en cualquier boutique. ¿Y usted que piensa? Mi opinión creo que ha sido muy irreverente, así que a la que le cae el guante que se lo chante. Si hay alguna que se siente excluida en mis categorías, pues felicítese, es usted una mujer muy diferente, si es que no se ha dado cuenta, y créame que me gustaría invitarla a cenar. Por otro lado, no creo que los hombres en realidad nos interese saber que es lo que llevan las mujeres en sus carteras, y por lo tanto no perdemos el tiempo en cosas irrelevantes. Resultado Final Hombres 2 Mujeres 1 ¡Qué vivan las mujeres!


PD: Cualquier semejanza con la vida real es pura coincidencia…. ¡ja, ja, ja! ¡Ampay me salvo todos mis compañeros vivos y muertos!
[1] Aprendan a conjugar el verbo copular y créanme que habrán aprendido una buena lección de Educación Sexual.

martes, 28 de abril de 2009

Yo soy de Colán porque.... II


... parte de lo que también recuerdo del verano de 1990, eran los partidos de baseball. En ese año nos dio como afición jugar baseball en la playa. A pesar que siempre jugamos entre el mismo grupo de amigos, que nos bastaba para formar dos equipos, los partidos eran muy intensos, las broncas y las piconerías siempre fueron menester de cada partido. Pero al final del juego todos íbamos felices a darnos un refrescante chapuzón al mar que nos ayudaba mucho a enfriar los ánimos. Entonces los partidos de baseball también era parte de la rutina hiperactiva de ese maravilloso verano.

El verano del 91 sella un auge de Colán a nivel nacional al organizar las Olimplayas de ese año que contó con la participación de playas reconocidas y concurridas como Pimentel, Huanchaco, Tortugas, Delicias y Ancón. Según muchos entendidos, después de esa Olimplaya, organizativamente no hubo una que la supere. Simplemente fue el mega evento de ese verano, que inmortaliza la canción de José Luis Perales “Venceremos” y el popurrí de los Iracundos con “Venite Volando, Río Verde, etc., etc.” Canciones prohibidas de perderse al bailar. Dentro de todo lo que llegó a Colán en esa ocasión fue una avioneta bimotor donde hacían saltos de paracaídas. Pues fue en esa avioneta donde por fin realice uno de mis sueños mas añorados desde la infancia, volar en avión. Pena que en mi vuelo no se lanzaron paracaidistas, pero fue un rico paseo desde Colán hasta Talara para que la avioneta recargue combustible y sigan habiendo paracaidistas. Recuerdo al final de ese verano, en Semana Santa, me pegué la primera borrachera de mi vida cuando a penas tenia 14 añitos de edad. Tan sólo me basto comprar tres cervezas y ya sentía que el mundo giraba en dirección contraria de lo que me giraba el cerebro. Tampoco fue tan trágico como muchos de mis amigos lo graficaron. Sobretodo no sé de donde cannabis sacaron ese cuento que yo estaba subido en una mesa sin polo gritando a los cuatro vientos que yo era Robin Hood el que le quitaba el trago a los ricos para dárselo a los pobres. Si bien cierto esa vez me emborraché, pero tampoco llegué al nivel de ser irresponsable de mis actos, es más ese burdo cuento viene porque alguien me dio de beber una gaseosa y me preguntaron que quién me había invitado esa gaseosa y yo solamente respondí “Robin Hood” nada mas. Se dan cuenta lo distante de la realidad que es el mito inventado por mis amigos; a veces dudo que si fue mi borrachera o la de mis amigos que llegaron a inventar tremenda huevada; y ojo que ellos no tomaron ni una sola gota de etanol.

A partir de mi primera incursión en el mundo del alcohol es que cada verano toma un ingrediente muy especial: La juerga, la chupeta, las borracheras, el desenfreno, el libertinaje. Ya éramos adolescentes y desde temprana edad ya nos perfilábamos como grandes ebrios.

El verano del 92 acudí pocas veces a las playas, gracias a mis grandes méritos académicos, a mí me premiaban con quitarme las idas a la playa. Solo iba los fines de semana, y me enrabiaba el hecho de saber todo lo que pasaba en día de semana en la playa y no ser protagonista de aquello. Lo peor que le puede suceder a un adolescente es ver que todos sus amigos se divierten en la playa y quedarse excluido del circo por portarse mal. En ese caso fue por que casi repito de año en el colegio. Pero a pesar de eso recuerdo unas que otras anécdotas. Una vez estaba en una fiesta en la plataforma, con Rodrigo y ya ambos estábamos medios ebrios; estábamos los dos comprando cerveza en la barra y cuando nos dimos vuelta al frente nuestro estaba la tía ‘Anita’ que había ido a buscarnos. Ni bien nos vio nos pregunto ¿Qué estábamos haciendo? Y nosotros con ingenua sonrisa y respuesta dijimos: “nada”. Y nos sentimos muy seguros de que no se había dado cuenta que ya estábamos bien ebrios. Ja, ja, ja, o sea, era difícil de darse cuenta que estábamos borrachos, con la cara retorcida disimulando o actuando para dar de entender que no estábamos tomando. Mi tía Anita nos sorprendió con las manos en la maza, o mejor dicho con las manos en chela. Obviamente mi mamá se enteró de mi borrachera. Pobre ya empezaba hacérsele costumbre oír, ver o enterarse que su hijito lindo y precioso le rinde culto al dios Baco. Encima de todo el niñito Giancarlo, que casi repite tercero de secundaria, se emborracha cada fin de semana que se iba a la playa. Obvio que mi ‘Marcelita’ me iba poner en cuadra de una sófera bofetada. De ese verano recuerdo la primera vez que paseé en los botes de los pescadores, y como bien dice el viejo dicho popular: “No hay primera, sin segunda.” La segunda vez fue a pescar. La noche previa nos reunimos en casa de mi primo Juan Ramón todos los involucrados con la pesca. Siete personas nos acomodamos esa noche en un cuarto que solo tenia dos camarotes y una cama. De las siete solo cinco nos íbamos a pescar. Teníamos que estar despiertos a las cinco de la mañana, y esa noche nos quedamos conversando, y jodiendo fácil hasta las cuatro de la mañana. No sé cómo pero nos despertamos a la hora prevista. Y nos enrumbamos mar adentro en busca de la “pesca milagrosa”. El bote nos llevó a la plataforma petrolera que yace abandonada desde hace mucho tiempo, pero que hora funge de arrecife. Ni bien anclamos empezamos a tirar cordel. Ni bien arrancaba la jornada y varios de mis amigos ya pescaban chitas. Yo a lo mucho fingía sacar un pez enorme cada vez que se me atracaba el anzuelo en la quilla el bote, yo juraba que me había picado un pez grande en el anzuelo, y hacia la alharaca, -¡Mero de 20 kilos!- gritaba yo. Un pescador agarraba y apenas halaba el cordel y me miraba me decía que el anzuelo se había atracado, dejándome en ridículo delante de todos. Lo peor de todo que esa escena ridícula se repitió por lo menos cinco veces, mientras el resto de mis amigos seguía sacando chitas y más chitas. Pasaba casi media mañana y yo me hallaba en medio del bote con el cordel más enredado que bello púbico, y mareado; y mis amigos seguían pescando más y más chitas. A la media hora un pescador arregló mi cordel y me puse a pescar, me dijo como debería hacerlo, y siguiendo sus indicaciones llegue a pescar por fin un misero bagre, después de que mis amigos pescaron casi una veintena de chitas. Al final de ese verano me di cuenta de tres aspectos que quedaron marcados en mi vida, que tenia que poner más empeño en el colegio para que o me castiguen sin veranos, que la pesca posiblemente no era mi deporte preferido, que me volví un fumador empedernido.

Durante la etapa escolar de ese año me propuse dar un poco de mí estudiando y evitar vacacionales, porque el siguiente verano es al que se le denomina el último, porque una vez acabado el colegio y la etapa preparatoria a la universidad y la universidad misma ya cambia la fisonomía de los veranos. Y aunque cueste creerlo, ese año lo terminé invicto con lo cual yo pagaba derecho a ir a la fiesta de año nuevo, que iba ser mi primera fiesta de año nuevo, y tres meses de rica y deliciosa playa. Desde setiembre del 92, yo ya iba haciéndome la idea que iba ir a la fiesta de año nuevo y que me pegaría una bomba de aquellas. Eran las 11 de la noche del 31 de diciembre del mismo año y yo ya había cumplido el 70% de mi promesa hecha en setiembre. Recibí el 93 en una ‘huasca’ terrible. No recuerdo muy bien con quien estuve bailando, pero de pronto por mi lado pasó una chica, y yo de lo borracho y mañoso que me estaba poniendo, le pellizque la nalga a una chica que pasó por mi lado, y con qué ganas. Lamentablemente atrás de ella venia su macho que me llevaba cuatro cabezas de altura y de un empujón me hizo volar varios metros. En esa fiesta yo duré hasta la una de la mañana, hora que mi hermana, furibunda, me retiró de la fiesta por lo ‘sampao’ que estaba. Me regresó a la casa de mis tíos, y como si fuera poco también el jodí la fiesta a ella, porque una vez en la casa de mi tío ya no podía regresar. A mi depositaron en el cuarto en que estaba, que tenia dos camarotes y una cama. Y me pusieron en la cama, cuando yo ya había reservado mi curul en un camarote. Al amanecer todos mis amigos que dormían en el mismo cuarto regresaron de la fiesta y cuando me vieron notaron que yo flotaba sobre un mar de vómito. Esa noche si no morí ahogándome con mi propio vómito fue porque Dios me quiere vivo para narrar esta anécdota, porque de lo beodo que estaba basqueé toda la santa noche. Mis amigos se asquearon al verme tan podrido, y a la vez se sintieron aliviados porque al menos ellos pudieron dormir sin que las moscas los fastidie, pues todas las moscas estaban conmigo banqueteándose de todos mis restos producto de tremenda curda-; de esa manera fue que a la cama sobrante de ese cuarto la bautice como la cama de los borrachos. Y mi madre que me había implorado que por favor no tome ni si quiera una pizca de pisco, y yo tan santurrón haciendo caso al pie de la letra las indicaciones de mi madre. Casi sentencio ese verano al olvido, porque mi mamá cuando se entero… ya lo sabe una sófera puteada la que me cayó. Pasado los laberintos del año nuevo mi mamá me castigó. Pero yo apelando a mis grandes esfuerzos académicos para dejar el cuarto de media invicta, y prometiendo ni siquiera destapar una cerveza me dejo pasar verano en Colán, y yo haciendo gran demostración de lealtad a las órdenes de mi madre, el primer fin de semana que llegó me la pegué. Pero felizmente mi ‘viejita’ nunca se enteró, porque sino ya se imaginan lo que pasaba, la sófera puteada y adiós Colán.

De este verano de 1993 también sucedieron buena anécdotas, como el día que mis primos Juan Ramón y Atilio nos fuimos a pescar en el zodiac de un amigo y con un ‘’brother’ más a la plataforma petrolera, la misma que el verano anterior fui en bote a vela. Esta vez en casa de mi primo dormimos Juan Ramón, Atilio y yo, y nos turnamos para que alguien se quede despierto una hora determinada, para así poder despertarnos a las cinco de la mañana. A mi me toco el tercer turno de la una de la mañana y a los diez minutos me quedé seco dormido, pero si pudimos levantarnos a las cinco. Claro mis dos primos me putearon, no tan sóferamente como lo hubiese hecho mi madre, por que me quedé dormido. Pero igual fuimos a pescar, y los resultados fueron muy similares a los del año pasado, con la diferencia que el bagre que debió picar mi anzuelo picó el de otro, y las finales con las manos más vacías. Pero todo a lo que siempre estuve dispuesto por el paseo y la aventura, tanto así que un domingo por la tarde estaba con mis primos y un amigo en casa de mi abuelo, y no recuerdo como fue que salio el tema para convencer a mi tío Julio para ir hacia la tercera bocana del río Chira para ver si encontrábamos patos y cazar - ¡ja! Con lo que me apasiona la cacería a mí, ¡bu!- y nos subimos a su camioneta, fuimos en busca de dos señores que subieron con rifles y toda la parafernalia, solo les faltó llevar ropa camuflada, y nos fuimos hasta la tercera bocana. El recorrido fue apoteósico, llegando al desvío a Pueblo Nuevo, por la carretera Paita-Sullana, había una trocha larga que nos conduce hasta la tercera bocana pasando por Pueblo Nuevo de Colán, Vichayal y un par de poblados mas que no recuerdo, que asumo estarán entre la jurisdicción de Paita y Sullana, en fin eso no importa en la anécdota, lo cierto es que viajamos en la tolva de una camioneta el amigo, mis primos y yo, y creo que mi tío se olvido que íbamos atrás porque parecía que iba haciendo rally, claro yo que iba sentado apoyándome en la esquina de la tolva era el que sufría mas los saltos que hacía la camioneta, tanto a la ida como a la vuelta. La conclusión de esta ‘Odiseica’ aventura fue que no encontramos ni un solo pato de mierda, solo pelícanos y aves guaneras; de regreso a Colán un dolor en los brazos y en el culo por todos los saltos que hizo la mionca; y todo el polvo amarillento de la trocha que se nos impregno en el cuerpo, la ropa y el pelo a los cuatro pasajeros de la tolva -como verán los señores que fueron en VIP gozaban de la comodidad de los asientos, aire condicionado y musiquita, ¡ja!- Recuerdo cuando llegué a casa me bañé y veía como corría el agua amarillenta de todo el polvo que se iba desprendiendo, tuve que jabonarme muchas veces así como lavarme el pelo, quienes nos vieron, recién llegados del paseo, juraron que éramos hijos del cantante de Reggae, Yellowman.

La fiebre del surf siempre se aloja en alma de muchos adolescentes, que de alguna u otra manera osan por surcar las olas. Si bien es cierto que las olas del mar de Colán no se prestan mucho para la práctica eficiente de este deporte, pero da para hacer la finta. Era la época que la pegábamos de ‘serferitos’ aunque más parecíamos ‘serfeitos’. Siempre que la marea subía era buen pretexto para hacer bodyboard. Colán tiene una particularidad muy particular (je, je, je), la zona norte de la playa las casas están muy salidas al mar, lo que en el maretazo del 83 hizo que muchas casas de esa zona desaparezcan y otras se queden con sus terrazas destruidas. Con el tiempo se fueron reconstruyendo muchas casas y otras remodeladas, tanto así que los restos de terraza destruida formaron hacer parte de la defensa de la casa. Esta defensa conformada con restos de terraza antigua y roca pilca hace que cuando la marea sube y la ola impacta con esta defensa, se origine una contraola que va en dirección contraria a la ola, fungiendo muchas veces de una especie de rampa, tanto la ola como la contraola, que si tomabas una la otra, a la hora del choque de ambas olas hacia que saltaras, o como le denominábamos, rebotabas. Entonces la zona donde se generaban las contraola la llamábamos ‘los rebotes’. Era nuestro point surfer preferido, cuando la marea estaba subiendo bastaba con dirigir la mirada hacia el norte y ver si deslumbraban buenos ‘rebotes’ o no, Créanme que cuando hay buena marea y buen oleaje uno llegaba prácticamente a volar. Recuerdo una ocasión que la marea estaba demasiada alta, que las olas reventaban demasiado cerca de las rocas que no permitía que se forme la contraola, pero de pronto llego una racha, seguro llegó cuando la marea estaba empezando a bajar, qué sé yo, pero las se formaron buenas contraolas que créanme que esa vez volamos, sentí la sensación de estar suspendido en el aire y sentir el vacío al caer, ¡chévere! Cuando no había rebotes, o la marea estaba por la mañana, y había disposición de algún carro, nos íbamos a la curva, un sitio a unos cuantos kilómetros al fondo al norte de la playa donde las olas eran un poco más adecuadas para el surf.

Jugar carnavales también fue parte de este verano, y lo que se hizo en esa ocasión quizá marque un hito en la historia, no se si por lo original de la pendejada, o porque quizá nadie lo vuelva hacer. Una noche mis primos y yo nos encontramos con los otros cuatros amigos con los que éramos parte de la “collera”, y no propusieron ir a casa de una amiga cuya casa queda por el culo de la playa, aceptamos ir, pero teníamos que ‘tirar dedo’ para que nos jalen hacia allá, o hasta loa mas próximo posible del culo de la playa. Y fue justo en ese momento que pasó una camioneta con otros amigos que entre bromas nos amenazaban con mojar. Trepamos la camioneta y sin querer queriendo nos unimos a su lucha. Ir a mojar con globos rellenos de agua a cuanto parroquiano (a) se nos antoje. Una vez inmersos en la aventura, alguien notificó de una fiesta que había en una casa, y que la estaban haciendo en la terraza que daba a la playa, la marea baja y la noche con el resplandeciente Paita nocturno, era el perfecto escenario para ir a verdaderamente aguarles la fiesta a los chibolos. ¡Que idea para macanuda! Llevábamos en la tolva de la camioneta un balde grande repleto de globos multicolor con agua, nos dirigimos hacia nuestro objetivo haciendo un previa revista de lugar donde íbamos a perpetrar nuestro ataque, a los pocos metros de la guarida de nuestras victimas giramos 180 grados y avasallamos sorpresivamente a los chiquillos que estaban divirtiéndose de lo lindo en su fiestita, pero la verdad que en ese momento inconcientemente nosotros queríamos ser los verdaderos reyes de la diversión de esa noche. Esa primera pasada fue un éxito rotundo, la víctima fue totalmente allanada hasta derramar la última gota de agua. Pero agotamos casi todas municiones, de manera que para quedar bien con los que iban en un principio en la camioneta nosotros repusimos el resto de bolsas de globos, y cuando íbamos a recargar la artillería, por el camino también íbamos mojando a cuanto inocente se nos cruzaba por nuestro camino, es que éramos un verdadero escuadrón de aniquilamiento, o mejor dicho de acuilamiento, o aniacuilamiento, usted elija el vocablo que más le cuaje, de todos modos ni el Word ni la Real Academia de Lengua Española aceptan ambos términos. Y así fue, no contentos con el primer ataque, decidimos ir una y otra vez a seguir mojando a los chiquillos parranderos. Créanme que le dimos un tono muy colorido a la fiesta, es mas el reflejo de la luz de la casa con el arsenal de globos que aventábamos daban un efecto de luces psicodélicas, como las mejores discotecas de Europa, a pesar de eso no entendí porque se molestaron al final con nosotros que le dimos ese touch de lights a la diversión. Valgan verdades los únicos que nos divertíamos con particular éxtasis de hilaridad éramos nosotros. En una de esas que fuimos a llenar el balde de globos, por el camino fuimos atacados por nuestras propias victimas, que no eran los chiquillos de la fiesta, dando como resultado un herido, que fue alcanzado por un tomate ensuciando su polera y su honor. Fue así que decidimos usar nuestra arma superarchirecontraultracaleta. Aunque dicho aparato no tuvo nombre pues se me acaba de ocurrir en apadrinarlo como el ‘Egg-Ruler’. Así es pueblo, el ‘Egg-Ruler’ era una arma muy letal de mediano alcance, capaz de mandar a la ruina toda clase de mobiliario. Esta arma consistía en un huevo al cual se le hizo un orificio en un extremo donde se le sustrajo la substancia de vida, esa que tú te la comes frita, sancochada, pasada por agua o escalfados. En cristiano la clara y la yema. Una vez vaciado el huevo se le añadió ron con coca cola y acetil rojo (por lo que imagino que mis menstruantes y menopáusica amigas comprenderán porque el arma lleva en su nombre la palabra ‘Ruler’). Esta arma fue diseñada a principios del verano, y guardada celosamente, como los secretos de la Serie Rosa, por mi persona. Y fue entonces cuando estábamos llenando el balde de globos le concedí el honor de usar el ‘Egg-Ruler’ nuestro camarada herido, con el fin de llevar a cabo la rosa vendetta. Entonces, una vez recargadas las municiones, fuimos sin piedad a vengarnos con el huevo a quienes nos lanzaron tomates y de paso volver aguar la fiesta a los chiquillos. La verdad fue que no tiraron el huevo a quienes nos lazaron el tomate, el huevo también fue lanzado en la pasada de la fiesta ocasionando que todos los mueles de la casa queden pintados de rojo, al regreso para volver a asar por la fiesta la dueña de la casa salió corriendo a detener la camioneta, propósito que logró con mucho éxito, descargó toda su ira contra nosotros, bueno para empezar con quien manejaba la camioneta. Los que íbamos atrás en la olla la mayoría estábamos como terroristas delincuentes recién capturados, es decir, escondiendo el rostro. La puteada tan sófera como la de mi madre. Todos los chiquillos y chiquillas nos recriminaban por haberles arruinado la fiesta, hubo uno que valientemente intentaba apuntar la placa de la camioneta, a lo que un amigo lo pilló y con unos de los globos que nos sobraban se lo reventó en la cabeza y lo amenazamos de muerte si decía una palabra (obvio que de broma). Lo que a mí me late ese pobre chiquillo no creo que jamás en su vida haya tenido la mima valentía para delatar alguien en el resto de su vida. A la retirada, dejamos de jugar carnavales, nos fuimos a dejar la camioneta y pasamos a la playa a cagarnos de risa de nuestra gran hazaña, temiendo de que de una u otra forma llegase la queja a nuestras madres. Para la mañana siguiente, felizmente teníamos planeada una jornada surfística en la curva. Los que iban en la camioneta se acercaron a pedir disculpa a la dueña de la casa, Nosotros nos enteramos que los hicieron lavar y limpiar toda la terraza, y que les tomaron fotos haciendo eso, quizá como sentencia de lo sucedió en la noche anterior. No recuerdo como nos enteramos, pero esa tarde cuando regresamos de nuestra jornada surfer, supimos los sucedido en la mañana, y que habíamos malogrado muchos muebles, por lo que caballero teníamos que ir a reparar los daños. Si nadie de la playa nos vio llegar a la casa a pedí disculpas, la requintada que nos cayó fue imposible de evitar. Pero fue graciosa, porque todos repetíamos unísonamente: “-Sí señora, discúlpenos, no volverá a pasar” Para evitar ser victima de los flashes de las cámaras y demás chismosos que querían humillarnos después que arruinamos una fiesta, lijábamos los muebles donde un carpintero del pueblo inmediatamente después del almuerzo, hora donde no te encontrabas mucha gente. Pero supimos que nuestra barraganada era vox populi en toda la playa y en Piura también. Éramos populares, pero no como queríamos, como héroes, sino como villanos. ¿Por qué? Gracias a Dios esta mataperrada no trascendió en nuestros padres así que pasó piola. Lo que no pasó piola fue la manera como el resto de la playa nos señalaba, como los chicos malos, “- ¡ha barrer!” nos gritaban los chiquillos. Nos discriminaban. La gota que derramó el vaso, fue una noche que volvimos a encontrarnos los autores de la velada carnavalesca y nos escondimos en el techo de caña de un restaurante que no atendía de semana, y volvimos a las andanzas, a mojar a todos. Esta vez los papas de nuestras victimas llegaron hacernos el pare y sin llegar a mayores, caballeros dejamos de lado la joda, pero ya en la playa nadie nos invitaba a sus fiestas, éramos marginados. Quien sabe si alguien osará hacer tamaña travesura, pero de que quedó marcada en la historia como un hecho algo tan inaudito, vituperable y original.

Sin duda que hubieron muchos hechos más en la playa, como una vez que fuimos a tomar a la tiendas, en pleno día de semana, porque celebrar la llegada a la playa de un gran amigo; felizmente que en las ultimas chelas éramos los únicos que quedábamos en la tienda, de pronto me di una embotada de cervezas que a la última que te tomé me causo un huaico terrible. Vomité todo lo que tenia en el estómago, en medio de todos. Dicen que la presión fue tan alta que cavé hoyo en la arena al punto de encontrar petróleo. La noche siguiente a tremenda argucia fue cruel victima de todas las burlas y humillaciones de parte de mis amiguitos, en fin creo que ahí aprendí a tener correa.

Una vez una avioneta tuvo un aterrizaje defectuoso que quedó a mitad de pista, al día siguiente con dos amigos fuimos a ver la avioneta bimotor, y con paciencia, perseverancia, la astucia del Chapulín Colorado y una pizca de suerte, con una llave de casa a lo MacGyver llegamos abrir la puerta de la avioneta y nos subimos prácticamente a jugar dentro de la avioneta como niños con juguete nuevo, es más hasta estuvimos tentados de llevarnos una pistola de bengalas, pero sólo fue una tentación.

Ese verano los aperturé con una bomba de aquellas y lo cerré con la que fue la peor de toditititas mis borracheras, y lo reafirmo ahora a mis 32 años, la de Semana Santa de ese año, que supongo ya se atrevieron a leerla en un post que fue dedicado a esa borrachera (Beviernes… ¡hic!), pero de que fue un lindo verano, si lo fue, muy lindo. De pronto no tanto como el del 1990, pero fue lindo, con nuevas amistades, y nuevas locuras, tuvo lo suyo. Ya para terminar es post solo me queda recordar una tarde en que estaban todos los nietos Castagnino para tomar la foto con todos los nietos. Es la foto que publico en este post. Tuve la enorme suerte de salir al lado de mi ‘papo’ Juan, que hasta ahora es una persona que habita en nosotros a pesar de que en carne y hueso ya no esta en este mundo putrefacto, él ya esta allá arriba con el Todopoderoso. Lo anecdótico de esa foto que de todas las que se tomaron, nunca se pudo tomar una con todos los nietos, una porque en unas faltaba la primogénita de las nietas, y en otras porque le dio un arrebato a mi hermano y se largó. Y como si fuera poco los chiquilines se contagiaron uno a otro de un berrinche que salen en todas los fotos salen chillando. Vaya uno a saber porque liendres lloraban, francamente que provocaba agarrar uno por uno, tomarlos de los pies y meterlos al retrete y halar la cadena, que rabia m dio esa tarde por culpa de esos mocosos, que si los veo ahora, y al mero estilo de Ron Damón, ¡No les doy otra no más porque…! probablemente ya ahora son más grandes que yo y puedan abollarme.

Seguirá continuando…

viernes, 13 de febrero de 2009

Me llega al pincho San Valentín y su parafernalia

Este va a ser un post diferente a los demás porque no tiene casi nada de anecdótico. Al contrario es una manifestación cuasi hepática con respecto a este tan “ansiado” día de San Valentín. Aun recuerdo los 14 de febreros con cada una de mis enamoradas, con la ‘pepita’, la ‘rene’ –así le decía a Reencarnación Mercedes Torrecilla y Tremebunda-, con la ‘pechuguita’, la ‘calzón flojo’… ¡Aaaah! A todas ellas las recuerdo cuando disfrutamos instantes, de fascinante dulzura así como recita nuestro tan afamado vals de Francisco Reyes Pinglo y Amparo Baluarte; ¡y qué insolencia la mía de olvidarme de la ‘mano callosa’, la más fiel de todas que siempre me acompaña! … ¡ehh! … ¡Plop! En realidad sólo he tenido dos enamoradas en mi vida, y de alguna u otra manera he celebrado San Valentín. Ahora me doy cuenta que es una celebración que, para mi modesta manera de apreciar las cosas en este mundo, no tiene sentido. Y les explicare por qué.

A veces presiento, que la gente cree que el Día del Amor es el día en que más deben de amar a sus parejas. Corríjanme por favor si esto no es un absurdo. Y se los demostraré. Además de Dios, soy un fiel creyente de que el amor, la pasión se deben vivir en el día a día, como si fuera el último de los días. Entonces pensar que en un día debo ser más romántico, más amoroso, más apasionado que el resto de los trescientos sesenta y cuatro días del año es una infelicidad total, por la simple razón de que ¿Quién liendres nos garantiza llegar con vida cada 14 de febrero para amar como muertos de hambre en un buffet? Y por último si creen que en San Valentín hay que amarse más que cualquier día del año, pues yo recomendaría que sean infelices y ódiense el resto del año, desde el 15 de febrero hasta el 13 de febrero del año siguiente, y si les toca año bisiesto mucho mejor, tendrán un día extra para ser infelices y odiados y les garantizo que ahí si tendrán cada año un feliz e inolvidable Día de los Enamorados. No se dan cuenta que este culto al amor, que dicho sea de paso es pagano -después les explicare por qué- es una de las tantas herramientas que el sistema utiliza para idiotizar, estupidzar, acojudar y tontear- por si a caso no sonsear ni monguear- a la población. Si señores, muchos Estados utilizan esas armas psicosomáticas para alejar a la población de todo los escándalos que hacen nuestro gobernantes -¡egoístas!- ¿Aún no se convence amigo? Sí, el gobierno hace eso, ese mismo al que usted puntualmente le retribuye pagando todos sus impuestos; entonces el sistema prepara grandes campañas publicitarias para que usted tontamente gaste ese día por el mismo presente que le puede regalar a su pareja en cualquier día del año, mas aun si es el aniversario de la pareja, a un precio más caro. No olviden que en esos días la demanda aumenta por lo tanto los precios también aumentan. Siguiendo con la mini cátedra de economía y citando a los grandes clásicos de la teoría económica como David Ricardo y Adam Smith, “el padre de la economía”, consumir en regalos y chucherías en San Valentín no guarda congruencia con el axioma de que los consumidores son racionales. Y bajo este mismo criterio pienso lo mismo acerca del día de la madre y el día del padre, porque a ellos hay que amarles mucho todos los días porque nos han regalado la vida, así haya sido por culpa de la ‘bala’ perdida. Además si les rendimos culto ellos, gustosos, todos los días con todo el amor que ellos se lo merecen, pues ellos nos consentirán con mejores propinas después.

Encima de absurdo el 14 de febrero es demasiado cursi, tontamente cursi, insoportablemente cursi. No hay que cosa que más me hinche el hígado que ver gente escuchando música romántica todo el día. No es que no me guste la música romántica. Pero escuchar sólo ese día y nada más de ese día música romántica es desesperante, a mí me tienen que poner Rock del fuerte, el de los machos, no esas mariconadas de Luis Miguel, Ricardo Montaner, Ricardo Arjona, Ricky Martin, etc. ¡Qué asco! Toda esa bola de pelotudos titeretudos de una famosa y poderosa cadena televisiva a nivel latinoamericano, que se encarga de hacerlos producir música romántica hasta el hartazgo cojudeando a un centenar, perdón millar, no, miles de millones de cojudazos que se envelan con esa música romántica de pésima calidad. Mínimo escuchen Air Supply, Amos Lee, Cat Steven, Bonie Tyler, etc., ellos hacían verdadera música romántica sin tanta pose ni pantomima. Peor aun son las radios que dedican todo su repertorio al amor con cada atorrante de DJ que saca la voz sensual que ni a su pareja le excita. Y en la televisión ni que decir ese día toda la programación pasan telenovelas de poca monta que tiene el mismo guión y argumento.

La razón porque pienso que San Valentín es una fiesta pagana es por la gran distorsión que esta ha sufrido. Les comento. Un 14 de febrero no recuerdo de que año regresaba a casa en un taxi, y el taxista me comentó que acababa de recorrer casi toda la ciudad, en su anterior carrera a la mía, con una pareja buscando un ‘hospedaje’ de esos hostales que si no tiene muchas estrellas, más te vale que a tu pareja le hagas sentir y ver todas las estrellas que le faltan al ‘telo’, para que ellos puedan celebrar el tan ansiado “día del amor”. ¿Se dan cuenta? Si retomamos la mini cátedra de economía, hay una inmensa demanda de hospedajes de alta rotación, o rotaçao si gusta decirlo en portugués, parece que toda la ciudad prefiere refugiarse en un hotel y fornicar como si fuese el día del juicio final. Ahora si estos tortolitos por lo menos son una pareja de casados escapando de la presencia de los hijos en casa, o una pareja de enamorados escapándose de los respectivos papás que nunca les dará permiso para echarse un polvito, bueno digamos entonces que hacer el amor ese día es valido para celebrar San Valentín. Pero y si son trampas o ‘choque fugas’, qué culto al dios Eros es este. Es en ese sentido, que creo yo que el 14 de febrero debería llamarse mejor san polvín, san forniquín, san tirín, san cojín, san cachín, san fuckin, san fornicate under consent of the king. ¡Qué desmadre! No me imaginaría las parejitas más jovencitas donde la niña decide regalarle al pánfilo de gil de enamorado que tiene, ¡su virginidad! Permítanme ser la triple c de conservador, cucufato y cojudo; ¡niñas tontas no regalen su virginidad! ¿Qué no entenderán que es su pequeño tesoro preciado que la vida les regaló? Espérense hasta el día de su matrimonio y en su luna de miel con apasionante arrechura la compartan con el susodicho que elijan de marido. Y si se les antoja hacerlo antes del ‘matriquirriqui’ en vez de FUCK (Fornicate Under Consent of the King) lo más indicado para ustedes debería ser el FUCOP (Fornicate Under Consent of their Own Parents), y a ver si así los papás les regalan los condones, las T de cobre, de madera, de hierro, de lo que fuera -¡ja! T de hierro, no me imagino un réclame promocionando una T de hierro, ‘compre su T de hierro y haga que su marido le saque chispas, ¡llaaaame yaaaa!’- además bajo esta modalidad las jovencitas podrían celebrar el día de san fucopin; seria válido, al menos le veo lógica.

Ahora, si por un lado es absurdo, cursi y pagano; hay que agregar que en el Perú se ha vuelto hasta huachafo. ¡Qué lindo el día mas romántico del año bailando pachanga en una discoteca! Eso es el colmo de lo atorrante. Si quieres bailar ese día busca una música romántica para que bailes pegadito de pareja con lo cuerpitos juntitos susurrándose mutuamente al oído, no bailando esa porquería del reggaeton, ni mucho menos canciones que digan “ojalá que te mueras”, “a llorar a otra parte,” o cosa por el estilo. Se supone que celebras el día del amor, no el día que rompiste con tu pareja. O sea ¿te imaginas pasar San Valentín en una pollada, cuyada, frejolada, huevada? Y para rematarlo sería el colmo de lo huachafo que invites a tu pareja a comer hamburguesa de cartón en la carretilla de la esquina de tu casa. No pues eso no tiene ningún sentido. – Deja vu, siento que este preciso momento lo he vivido antes – Hay que ser originales, no devotos de la ley del mínimo esfuerzo. Hasta un paseo por el parque es romántico y no demanda gasto pecuniario.


Para finalizar, créanme por el amor a Dios, resulta que no sé que demonios le pasa al winamp que hoy 14 de febrero del 2009 a las 02:26 a.m. se le ha dado por programarme música romántica. Será una señal subliminal, o mera coincidencia, debería estar poniendo “Muerte sangrienta”, “Satanás está calato en la puerta de mi cuarto, con la bolas rojas”, “El tamalero bisexual”, música de Iron Maiden, Metallica, Slayer; música verdaderamente romántica. Ja, ja, ja. Fuera bromas está bien que pase un poco de Amos Lee, Paul Anka, etc. porque yo vivo enamorado de la vida, del amor; y que viva la vida, que viva el amor, que viva la vida, el amor, la vida, el amor…. Y fornikeishon todo lo que quereishon. Bye, byeeeeeeeeeeeeee!!!!!!!

PD: En realidad sólo se debería celebrar el día del hijo para recibir un regalo adicional a la Navidad y el cumpleaños. Además de esta manera también colaboraríamos con los hijos de puta para que no se sientan tan marginaos de la sociedad y así ser todos felices. Eso es altruismo y filantropía.

viernes, 16 de enero de 2009

♪Si vas para Chile...♪


No creo que exista ser humano en el mundo al que no le guste viajar, y si lo hay debe ser el más anormal que pueda existir. Yo adoro viajar, aunque no he realizado demasiados viajes en mi vida, aún; pero me encanta sentir esa sensación que te produce la angustia de querer partir, la emoción que produce el avión cuando acelera y empieza su marcha para alzar vuelo, el estar lejos de Piura disfrutando cuando estoy conociendo otra ciudad, su gente, etc. Viajar es chévere porque experimentas cosas nuevas, aventuras, amores, y por qué no, anécdotas.

A finales de octubre del 2008 tuve la suerte de conocer Chile, un país muy bonito e interesante, sobre todo su gente y su modo de vida. Santiago es una ciudad muy moderna, como lo son las principales capitales de la América Austral.

Mi visita a Chile fue para un evento internacional de Rotaract, un programa de Rotary International, el cual fui socio hasta que entré a la base tres. Actualmente soy socio rotario, algo que me nace de familia, porque desde mi 'papo' Juan, mi papá, mi mamá son rotarios y a mí también me nació el ser rotario. El evento al que asistí se llama ERBOPECH, o 'Erbo' como se le suele llamar, que significa Encuentro Rotaractiano Boliviano, Peruano, Ecuatoriano y Chileno. Es el tercero que asisto, el primero como rotario, lo cual es un plus muy interesante, pues todos quieren tomarse una foto con el 'tío' rotario. Verdaderamente yo disfruto mucho de este tipo de eventos, donde uno llega a conocer mucha gente de otros países, otras culturas, otras formas de pensar, otras jergas. Es muy alucinante interrelacionarse con gente que a la vez provenimos de pueblos cuya historia involucra muchos conflictos, y sin embargo eso no ronda en nuestras mentes cuando nos juntamos cada año, y demostramos que si se puede vivir en paz y muchísimo más. Cuan importante es poder estar en casa de otro amigo y conocer su familia y aprender de sus costumbres y a la vez transmitir las tuyas. Eso tiene un precio muy alto y especial. El volver a ver amigos que los conociste una vez y pasado unos años te vuelves a ver y sentir esa sensación, la emoción de encontrarte como si fuese tu amigo de toda la vida y saludarte tan efusivamente... y que decir de los que recién vas conociendo relacionarte como si fuese una persona que has conocido hace mucho tiempo, intercambiar las monedas, los recuerdos y souvenirs; son cosas que quedan viviendo en el alma. Ojalá la vida me permita asistir a cuantos eventos internacionales, tanto de Rotaract como de Rotary pueda, porque en realidad es indescriptible esa sensación de conocer gente de otras partes.

Dejando de lado el sentimentalismo, les voy a contar una par de historietas que sucedieron en Santiago al regreso de Valparaíso. El domingo por la noche regresamos a Santiago después de haber pasado el fin de semana entre Valparaíso, Viña del Mar y Maitencillo Allan, Manuel y David y yo; en Santiago nos hospedábamos en el departamento que nos prestó Marcos Bustamante -un millón de gracias Marquitos estoy con una tremenda deuda contigo hermano- Siendo aproximadamente casi la medianoche chilena, creo que apenas llevábamos no más de hora y media de haber retornado de Valparaíso, y el hambre nos devoraba por completo y con zapatos a los cuatro. Fue entonces que con espíritu temerosamente aventurero, decidimos lanzarnos a explorar la muy tardía noche dominical de Santiago para encontrar un lugar donde tragar. Estando a tres cuadras de la Plaza de Armas de Santiago emprendimos nuestro andar hasta encontrar donde "jamear" -¡je! Me salió con rima-. Cuando llegamos a la plaza de armas vimos, como era lógico, casi todos los establecimientos comerciales cerrados. Unos comerciantes que acaban en ese preciso instante de ponerle candado a su tienda, a quienes les interrogamos, nos dijeron que vayamos a 'Pionono', que podíamos llegar bajando la Alameda hasta la Plaza Italia y etc. No dijeron que era cerca, espero equivocarme, pero yo ya había estado por la Plaza Italia y no me parecía como dicen aquí en mi tierra: "Aquisito no ma'..."; por lo que no me pareció certera la referencia. Nos dirigimos hacia la Alameda y con las justas bajamos dos cuadras. Justo cuando empezábamos ese trayecto mi primo Allan llegó detectar con su olfato de sabueso el olor a comida, lo que a la postre nos obligó a dar marcha atrás cuando bajábamos la Alameda. Y fue que retornamos a la Plaza de Armas y bajamos por la misma calle que nos trajo desde el departamento hacia la plaza y mi amigo Allan nos supo dirigir a un lugar que quedaba al frente de la Catedral y dentro de una especie de quinta que era donde provino ese olor a comida que sólo él pudo detectar con su tan desarrollado sentido del panfato (panza + olfato). La quinta era un lugar medio maleado. Llegamos justo al ventiúnico lugar abierto que vendían comida a esa hora en el mero centro santiaguino, y se trataba de un restaurante donde vendían comida peruana. Y mientras estábamos en la puerta pagando nuestro consumo se escuchaba clarito que adentro se había armado una gran gresca; las mentadas de madres y los vidrios rotos eran la perfecta armonía que adornaba tan pintoresco lugar. A pesar que ya había pagado mi lomito saltado ya me había arrepentido de estar en ese lugar, el culito se me hacia agua del miedo que me dio. A las finales con o sin miedo igual entramos al "Congos". Era un restaurante-cantina-chingana-pub donde van todos los domingos a divertirse nada menos que muchos de nuestros compatriotas peruanos. Ahí van las alcurnias mas distinguidas del 'rico llauca', la rica Vicky, Chimbote, unos cuantos paisanitos del cementerio de Castilla; me sentía rodeado de integrantes de bandas como los 'retacos' (haber mi promo si se acuerdan de esa banda delincuencial ochenteraza, ¡añejos!), los destructores; los japas, los ducos, los ñocos - tan solo por citar famosas pandillas juveniles de mi época escolar- era la élite delincuencial peruana en un lugar gerenciado por un chileno para peruanos, con comida peruana y música peruana, hasta presentación en vivo de un grupo de cumbia interpretando las canciones de moda del Grupo 5, Hermanos Yaipén, etc. Quizás los que tuvieron la oportunidad de verlo, este local fue parte de un reportaje en un noticiero dominical. Por el lado femenil veía dignas representantes de las mas figurativas agremiaciones de la Av. Javier Prado, Av. Arequipa, y quien sabe de la avenida Loreto, si señores esa que está cerquita de mi casa acá en Piura. En pocas palabras el lugar era aterradoramente horroroso, con decirles que el mozo que nos atendió tenia un tajo en la cara y había cumplido condena en Sarita Colonia. La situación pintaba como para mearse los pantalones. Como si fuera poco en una mesa vacía que estaba a nuestro costado se sentaron tres personas con caras naditas amistosas que nos tiraban ojo permanentemente. No creo nos hayan estado chequeando minuciosamente porque sea guapo, más probable porque éramos un lunar en tan animado ambiente y seguro que nos querían armar la bronca, asaltarnos, secuestrarnos, violarnos, y de hecho que al final matarnos. Yo por dentro me encomendaba a Dios que me protegiera mucho en ese momento; y por mi parte traté evitar cruce de miradas y roces que pudieran ocasionar algún pleito. Cuando llegó mi Lomo Saltado no e quedo otra que concentrarme profundamente en acabármelo lo más pronto posible, incluso Manuel cortaba su carne con una delicadeza evitando que su esfuerzo no provoque algún roce con los maleantes que estaban a su espalda. Una vez terminada nuestra tan amena cena nos levantamos del recinto simulando mucha normalidad como si estuviésemos muy a gusto, apuesto que hasta un ciego se daba cuenta de que en ese momento nos cagábamos de miedo, y le juro que yo escuché alguien de los maleantes de la mesa del costado -que valgan verdades ni siquiera una chela se pidieron- emitió el típico silbido de 'muchachos a ellos' y ahí si que sentía muerto. Alucinaba al día siguiente mi pobre y amada madre viendo el canal 6 las noticias de RPP al narrador decir: "La cancillería peruana en Chile reporta el hallazgo de cuatro peruanos mutilados en las afueras de un recinto bailable en el centro de la capital chilena, aun no se identifican las víctimas, se presume que antes de fallecer los asesinos los despojaron de todas sus pertenencias..." no me imagino la angustia de mi madre. Pero pudimos salir caminando y respirando de ese huarique. Cuando hacíamos nuestro respectivo ingreso a la recepción del edificio donde estaba quedándome pude sentir un enorme alivio, que la coloración de mi rostro, los latidos de mi corazón, la circulación de mi sangre, la presión sanguínea, el fluido de gases, las secreciones, todo regresaba a su estado normal. Hasta ahora no recuerdo bien si el lomo saltado estaba rico o no, con el terror que sentía no logre degustarlo.

Desde que llegué a Santiago nos dimos cuenta de un negocio muy curioso que prolifera mucho por el centro de la ciudad: Los café con piernas. Estos establecimientos son un típico café con la diferencia que la chica que atiende lo hace en prendas excitantemente diminutas. Allan y yo desde que vimos esos negocios el primer día quisimos sacarnos la espina y saber a detalle de que se trata, pero no hubo tiempo de indagar. Y no fue hasta la mañana del último día, después del susto de la noche anterior en la guarida de la banda del choclito, que nos decidimos ir a tomar desayuno a estos cafés tan peculiares. Fuimos a la vuelta de donde se ubicaban muchos de estos establecimientos, y había uno que en su puerta publicaba: “Café con las chicas mas hots y sexy Teatinos…” A mi compañero y a mí nos llamo mucho la atención la palabra Teatinos, no era el nombre del local, y nos quedamos con tamaña incógnita en el cerebro, y hasta dudamos y pensamos que podía ser una especie de manifestación gay y decidimos no entrar. Al frente había un café común y corriente, y con la resignación de no haber entrado al café con piernas, nos fuimos a desayunar, pero nos dijeron que el local en ese preciso momento ya se había cerrado el servicio de desayuno. Allan se puso peor, porque para él es un sacrilegio que se le niegue una comida en el día, es muy respetuoso y religioso con sus horas de comida y demás antojos. Entonces seguíamos bajando por la avenida hasta que encontramos un café que se llamaba ‘Café Brazil’ y cuando entramos un par de manos nos halaron hacia a dentro del recinto; me sentí como ese par de policías de la película Locademia de policías cuando los envían a la Ostra Azul un bar gay, igualito. Es mas sentía en mis oídos la misma música que acompañaba esa jocosísima escena, pero con la salvedad de que este no era un bar gay, las manos que nos jalaron pertenecían a una señorita que lucia una diminuta tanga y que pegaba su cuerpo hacia el mío para informarme todo lo que el local ofrecía acompañado con una dulce, sensual, y por supuesto, impostada voz. Yo la verdad que en esos segundos no reaccioné en mí mismo y no me daba cuenta de lo que estaba pasando hasta que tome posición respectiva y pedí mi desayuno. Ahora si le “invitaba” un desayuno a la ‘moza’ ella encargaba de ofrecerme un servicio muy sensual como para despertar a mi amigo el bombero ponerlo en fa, o mejor dicho bien al palo. Yo ni tonto ni perezoso le ofrecí con mucho gusto un desayuno a la señorita y obtuve mi bailongo que me levanto mucho el ‘animo’. Bueno era necesario subirle unos grados de temperatura al frío santiaguino. El café con piernas, que lindo negocio no es tanto como un night club, porque atiende en horario de oficina, pero si me percate que es un lugar preciso para aliviarse unos minutitos del agobiante estrés del trabajo y tomarse un cafecito, y si gustas, laguito más.

Ese mismo día en la tarde fuimos al cerro San Cristóbal, donde se aprecia una amplia vista de la ciudad de Santiago, pero por la premura del tiempo y lo próximo que estaba nuestro vuelo de retorno no subimos. A las afueras de San Cristóbal se encuentra nada menos que el famoso ‘Pionono’ que es una calle donde se hallan un montón de pubs, donde concurren muchos turistas y la élite de la belleza femenina de Santiago, si señores, chicas lindas, hermosas, de todos los colores y sabores, las rubiecitas, las castañitas, las de pelo onduladito, las de ojitos claros, las trigueñitas, las morochitas, la belleza chilena en su máximo exponente, súper fashion, sexys, encantadoras. Este antro funciona todos los días y las 24 horas. Por no pagar un taxi terminé cenando en el Congos con puras feas y tipos con las caras cortadas.

¡Ah! Y como si fuese poco, Teatinos es la avenida donde se hallaban los cafés con piernas. ¡Plop!